Continuamos el Atlántida Film Fest 2019 en la plataforma de Filmin con una amplia variedad de películas europeas. Entre lo visionado esta semana contamos con cine español, óperas primas y alguna que otra propuesta experimental e incluso inquietante. Documentales y ficción de los que dan buena cuenta estas reseñas.
Al óleo (Pablo Lavado – España)

El malagueño Pablo Lavado, con solo 23 años, estrenó Al Óleo en la sección Zonazine del 22 Festival de Málaga. Su ópera primera forma parte ahora del Atlántida Film Fest 2019 y, desde el comienzo, llama la atención por sus originales títulos de crédito y por un desnudo masculino integral. Aviso: no será el único que veamos.
La protagonista, una joven artista, decide pasar el fin de semana junto a su novio en la casa del pueblo donde viven su padre y su hermano. Para su desesperación, allí todo sigue igual y el feminismo o ser gay son realidades que se conocen pero que no se llegan a entender del todo.
La realización de Al óleo adolece de planos bruscos, movimientos muy coreografiados e incluso falta de nitidez en la imagen o música introducida de forma abrupta. Sin duda lo mejor de la película está en sus diálogos naturales y en la sencillez de la historia, que acaba por entretener.
Silvia Gutiérrez
Con el viento (Bettina Oberli, Suiza)

Pauline y Alex sueñan con ser autosuficientes en su granja en los Alpes, pero para conseguirlo necesitan disponer de una energía propia y sostenible. Alex contacta con un ingeniero para instalar su propia turbina de viento con la que abastecerse de la energía eólica autoproducida. El conflicto aparece con la llegada de Samuel, el ingeniero encargado de instalar la turbina, y del que Pauline se enamorará. Además del despertar al nuevo amor, Pauline reconsiderará su estilo de vida actual y descubrir las limitaciones y esfuerzo del sueño de vivir alejados de la civilización.
María José Moreno
Consequences (Darko Stante – Eslovenia)

Desde Eslovenia llega al Atlántida Film Festival Consequences, de Darko Stante, una película sobre un adolescente conflictivo que acaba internado en un centro de menores. No obstante, lejos de reformarse, el joven Andrej acaba adentrándose aún más en el mundo de la delincuencia al encontrar en este preciso lugar a las compañías que lo conducirán en la peor dirección, ante la impotencia de sus padres y cuidadores. La pequeña delincuencia, la drogadicción, la violencia o la homofobia están a la orden del día en las calles de la Liubliana marginal y desarraigada por la que se nos dirige en la ópera prima de Darko Stante, dentro de un relato coming-of-age sobre las malas decisiones que tomamos cuando pensamos que no tenemos alternativa o que no merecemos nada mejor, y que acaban por sumirnos más aún en callejones sin salida donde no nos espera nada bueno. La interpretación de los jóvenes actores que dan vida a los personajes del filme es sin duda uno de los puntos más fuertes que tiene la película, pues su sobrada naturalidad quedará demostrada desde los primeros minutos de la misma. En resumidas cuentas, estamos ante una propuesta no excesivamente original en su planteamiento pero muy bien llevada a la práctica.
Mario Zafra
Easy love (Tamer Jandali – Alemania)

Easy love comienza con una serie de personas anónimas que explican delante de cámara qué significa el amor para ellos. Hay perfiles tan diferentes como una prostituta de lujo, el de los rollos de una noche (realmente magnético), una pareja a favor de las relaciones abiertas, una lesbiana que se muda a vivir con su chica… Durante el metraje seguimos sus vidas, donde tienen lugar escenas muy íntimas y que se muestran sin ningún pudor. Más allá del sexo, hay una depilación púbica que hipnotiza por su naturalidad.
Es inevitable que su argumento nos recuerde a la serie Easy (Netflix), que explora a distintos personajes de Chicago y sus experiencias en el amor, el sexo, la tecnología y la cultura. En este caso, el documental alemán ha seguido durante 4 meses a 7 hombres y 7 mujeres de entre 25 y 45 años.
Su cartel y su sinopsis nos puede dar una idea equivocada, más cercana al porno que al “experimento sociológico” que realmente es. Su visionado nos deja clara una obviedad, que hay diferentes maneras de entender el amor. Y, aunque lo hace de forma entretenida, no cuenta nada nuevo sobre las relaciones humanas.
Silvia Gutiérrez
La isla del tesoro (Guillaume Brac – Francia)

El documental La isla del tesoro se centra en uno de los parques acuáticos más importantes de París. En la sinopsis, Filmin nos adelanta que es una de las mejores películas del año según la revista Cahiers du Cinema. Y yo me pregunto, ¿habrá que ser parisino o conocer este centro recreativo para juzgar desde el cariño a un enclave mítico?
Franceses de todas las edades y razas pasan sus vacaciones en esta “isla del tesoro” en la que por 5 euros te puedes revolcar en una inmensa playa artificial, ligar, tumbarte al sol, hacer kayak, barbacoas… y todas las actividades al aire libre que puedas imaginar. Mientras que vemos el verano pasar, el film está repleto de planos largos y conversaciones sobre la vida en general. Una oda a esos veranos eternos de la infancia en los que nuestra única (pre)ocupación era disfrutar.
Silvia Gutiérrez
Monument (Jagoda Szelc – Polonia)

¡Cuán difícil es llevar a buen puerto una película arty y no caer en lo gratuito! Esta exclamación podría considerarse, a bote pronto, la reflexión del espectador ante el visionado del nuevo filme del polaco Jagoda Szelc.
Porque lo que esconde Monument no es más que el nefasto viaje de un film que pretende armarse con andamiaje arty y acaba naufragando en las aguas de lo gratuito y la vacuidad.
La historia – la estancia laboral de unos adolescentes en un abandonado hotel y como estos, poco a poco, sucumben a un comportamiento errático y extravagante – intenta vestirse de parábola social – la libertad de la juventud sucumbe ante la rigidez de las normas de la vida adulta – pero el traje le queda demasiado grande, intentando inquietar al espectador a través de reminiscencias de Lynch o Tarkovsky, pero solo logra exasperar ante el absurdo de su desarrollo y el empecinamiento del director por constatar una supuesta trascendencia que, a todas luces, brilla por su ausencia.
Distintos elementos artísticos están meticulosamente incluidos con la finalidad de dar empaque autoral a la obra, desde una edición sonora a la manera lynchiana – lo más acertado del film – hasta un desenlace a modo de performance de danza contemporánea que funciona como supuesto aquelarre y que precede a un irrisorio giro final de la historia que pone guinda a este desaguisado y supuesto ejercicio arty.
Javier Acedo
Qué tal Pascual (Bárbara Brailovsky – España)

Reconozco que tengo debilidad por los personajes pintorescos, seres humanos que sobresalen de lo homogéneo gracias a su personalidad, entre el magnetismo y la adicción de los que observamos su persona. Y Pascual Iranzo está dentro de esos curiosos cánones humanos.
Iranzo está considerado uno de los mejores peluqueros de España – y, porque no decirlo, del mundo –, gracias a su visión particular del oficio, así como también por su constante lucha porque el cuidado capilar no sea un tópico estético, sino un valor ético y moral del hombre.
Aunque pueda sonar a boutade, todo cobra sentido al ver el simpático documental que la actriz argentina Bárbara Brailovsky realiza, retrato cariñoso de un artista del cabello y dandy amante de los cócteles, las formas de tiempos pretéritos y el sentido de bon vivant de las reuniones con amigos y puro en ristre.
Brailovsky expone al espectador una personalidad que, a ratos, sale a la luz el viejo cascarrabias que lleva en su interior – ochenta y tres años y con reciente diagnóstico, según él, de “principio lejano de Alzheimer” – aderezado con trazos de una filosofía vital impoluta y meticulosa, creando una estampa curiosa de un personaje único y que, melancolías aparte, nunca volverá a repetirse.
Javier Acedo
Reconstruyendo Utøya (Carl Javér – Suecia)

El documental Reconstruyendo Utøya está protagonizado por jóvenes supervivientes del atentado terrorista que el fascista Anders Breivik perpetró sobre un campamento de las juventudes laboristas finlandesas en el año 2011. A través de los recuerdos de cuatro muchachos y siempre bajo supervisión psicológica, se lleva a cabo una suerte de cruda reconstrucción del fatídico día en un estudio de cine prácticamente vacío, con la única puesta en escena de unas líneas en el suelo, casi como una suerte de Dogville improvisado. La cinta no hace gala de virtuosismos formales y trata de ser una sobria reproducción de los cuatro testimonios de un modo claro y conciso, algo que resulta monótono en ocasiones debido a su estilo de mero teatro filmado, pero que es coherente en todo momento con la decisión de su director, Carl Javér, de mostrar los testimonios sin ningún adorno. No es un documental que brille con luz propia pero sirve como valioso testimonio sobre el modo en el que los muchachos han rehecho sus vidas varios años después del suceso. Además, el hecho de verles emocionalmente estables y felices finalmente pese a todo lo que vivieron resulta bastante esperanzador y reconfortante.
Mario Zafra
El próximo miércoles continuaremos con nuestras crónicas del Atlántida Film Fest 2019. Si tú también estás siguiendo el festival online, esperamos recomendaciones sobre tus favoritas hasta ahora.
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