El Atlàntida Film Fest 2020 continúa en Filmin hasta el 27 de agosto. En esta tercera crónica del festival de cine europeo hemos reseñado 13 películas, entre las que encontramos alguna que otra joyita tanto en ficción como en documentales. La divertida Play, la rompedora System crasher o Thalasso, con el regreso de Michel Houellebecq junto a Gérard Depardieu, son algunas de las propuestas que os hacemos en este artículo.
Ardara (Raimon Fransoy y Xavier Puig)
Ardara es el primer largometraje de los catalanes Raimon Fransoy y Xavier Puig que mezcla ficción con las formas narrativas del documental. Cuenta la desaparición de tres veinteañeros en el acantilado más alto de Europa, Slieve League, situado en Irlanda.
El encuentro fortuito de Macià (Macià Florit) con dos actrices desencantadas de su oficio (Bruna Cusí y María García Vera) en el condado de Donegal inicia una magnética relación entre ellos que parece irradiar a los habitantes del pueblo irlandés que con cierta simpatía hacia la frescura y candidez de los recién llegados despliegan su hospitalidad. Las distintas versiones de los lugareños junto con los vídeos caseros que va grabando Macià, en los mismos escenarios que su padre los pintó años atrás, reconstruyen la historia con la intención de resolver el enigma de su desaparición.
Los vídeos donde se muestra la relación entre los tres chicos, entre conversaciones trascendentales, la espontaneidad y despreocupación propias de la juventud recuerda las formas del romanticismo y de la filosofía del Carpe diem, “vive rápido, muere joven”, pero en este caso no hay rastro de un cadáver bonito; al contrario, y para mí muy acertado, queda un final abierto a la interpretación de cada cual.
El ser humano siempre ha tenido una necesidad intrínseca de contar historias que más tarde derivan en las leyendas. Y como en toda buena leyenda, y en esta materia están bien curtidos los irlandeses, el secreto de Ardara reside en la mezcla equilibrada entre ficción, realidad y darle espacio a la imaginación.
María José Moreno
Bird Talk (Xawery Zulawski)
Cuando el pasado 2016 falleció el maestro polaco Andrzej Zulawski nos dejó uno de los cineastas más radicales y extravagantes que ha dado el cine europeo. La edición del Atlántida Film Festival de este año nos trae su despedida final de la mano de su hijo Xawery, que dirige Bird Talk, película póstuma basada en un guion que el maestro nunca llegó a rodar.
Lo inevitable cuando se ve el film es buscar la comparativa con los manierismos del Zulawski padre, para averiguar si estas formas estilísticas tan únicas del cineasta han vuelto por última vez. Y en el caso de Bird Talk es así… casi siempre. Si bien a nivel formal la dirección actoral y sobre todo la forma angulosa y aberrante de componer los planos están puramente inspirados en obras de la filmografía de Zulawski, la integridad total de la película parece priorizar el homenaje sobre la concreción de una obra que se sostenga por sí misma y que pueda agradar a espectadores ajenos a la premisa de la misma. La mejor parte de Bird Talk, por ejemplo, transcurre en una secuencia puramente meta-cinematográfica en la que el protagonista va a visitar a su padre, un alter ego del maestro polaco que vive rodeado de la parafernalia que atesora de su vida como director.
En cualquier caso, la película compone un ebrio retrato de la Polonia actual y de su conflicto con su propia historia, a la vez que firma el último adiós de un cineasta que fue completamente único e inclasificable.
Mario Zafra
Camille (Boris Lojkine)
Camille se basa en la historia real de la fotoperiodista francesa Camille Lepage, trágicamente asesinada durante la guerra civil en la República Centroafricana (2013-2015). Un conflicto tan lejano que es necesario la intervención de varios rótulos a mediación del film para ponernos en contexto. El grupo musulman radical Seleka está masacrando a los civiles y, como respuesta, la población forma milicias para defenderse, los Antibalaka. Esto desata una guerra entre musulmanes y cristianos en la que ambos utilizan todos los medios a su alcance para destrozar al enemigo.
Camille, que no trabaja para ningún medio concreto ni está obligada a estar allí, se mete en el ojo del huracán con tal de hacer fotografías que denuncien la situación, para que el mundo conozca las salvajadas que ocurren allí a diario. Se muestran imágenes muy realistas que sumergen en el caos de esa realidad y, entre tanta revuelta, está muy bien utilizado el silencio para expresar el horror de los cadáveres.
La interpretación de la actriz Nina Meurisse como Camille es creíble y natural. Es un biopic más que correcto, que podría recrearse en su muerte y no lo hace, tan solo con un epígrafe. Una reivindicación tanto de la figura de Camille LePage como para visibilizar conflictos que rara vez ocupan titulares en los medios occidentales.
Silvia Gutiérrez
Meseta (Juan Palacios)
Un pastor que alza la vista para devolver la mirada a un avión que antes lo observaba a él sin saberlo, será quien adentre al espectador en Meseta, un largometraje documental de tiempo pausado que avanza, en apariencia, relajado. Como el transitar de los coches al circular por una autovía apenas frecuentada, y que en ocasiones podría confundirse, tal y como diría uno de los lugareños, con el sonido del mar.
La primera película de Juan Palacios combina sutileza y contundencia, al alternar fluidos planos secuencia (acompañados de una sugerente banda sonora) con naturales intervenciones de los habitantes. Y es que, al igual que un personaje omnipresente, la cámara actúa como un hábil animal de presa que aguarda cazar conversaciones sencillas pero significativas, a través de las cuales, sin caer en el dramatismo, es posible comprender la realidad de la denominada «España vaciada». La voz del bosque también juega un papel fundamental: el rumor del río, el sonido del viento, los pájaros y otros animales; así como la luz cálida que se cuela entre las copas de los árboles, recuerdan que allá donde el hombre ha dejado de habitar aún queda belleza. Aunque menos vida, pues muchos seres vivos, como los peces, también se han ido para siempre. Y es que, la huella de la acción humana, aunque invisible, parece no tener intención de abandonar el lugar más remoto.
Laura Carneros
Oh les filles! (François Armanet)
El mundo del rock, ese circo de hombres donde cantan a lo salvaje y pasional para deleites de chicas que suspiran y pontifican a machos alfa.
Tristemente, y aunque suena a definición exagerada de brocha gorda, hay bastante verdad en la sentencia anterior. Pero, los tiempos mandan y los mitos están para derrumbarlos.
En este documental musical se presentan – quizás de forma un tanto caótica y deslavazada – testimonios de artistas francesas que decidieron utilizar su música para bombardear tópicos machistas dentro del rock francés y demostrar, de una vez por todas, que el feminismo puede gritar, bailar y cantar más fuerte que los pantalones de cuero de cualquier cantante al uso.
A lo largo del metraje descubrimos la lucha constante de Françoise Hardy por dejar a un lado lo yeyé en plena época pop, el golpe terrorista de Brigitte Fontaine hacia lo establecido, las posiciones y fortalezas de Charlotte Gainsbourg o Vanessa Paradis y el férreo estilo de Lou Doillon y Jehnny Beth – cantante del grupo Savages –, nueva sangre dentro del panorama rock francés e internacional.
Armanet deja que las voces femeninas narren sus inseguridades y sus miedos, pero a la vez, deja que la fortaleza de ellas destaque por encima del resto celebrando la imperecedera victoria de una guerra que se lucha a diario.
Javier Acedo
Origen (Ana Pastor)
Origen es un documental en formato mediometraje realizado por la productora Newtral de Ana Pastor junto a Óscar Camps, director de Open Arms, y el apoyo de la Fundación Barça. Durante unos treinta minutos nos cuentan una serie de testimonios de jóvenes empresarios senegaleses que contra todo pronóstico decidieron quedarse en su país y emprender un negocio que les permite tener una vida digna. Es la otra cara del drama de la migración, los que en lugar de arriesgar sus vidas cruzando el océano en una barcaza luchan por crear un tejido empresarial en Senegal.
El documental reflexiona acerca de los impedimentos que encuentran para desarrollar una profesión y negocio: “tenemos mano de obra pero nos falta financiación y asesoramiento” comenta Mohamet, primer universitario de su familia y médico de profesión. Pero también busca animar a los jóvenes a labrarse su propio futuro porque en palabras de Korka Diaw, fundadora de una cooperativa agraria de mujeres, «No le puedes pedir a nadie que te llene la barriga, lo debes hacer tú mismo».
Siguiendo esta misma línea todas las entrevistas y testimonios recogidos en el documental se centran en la necesidad de recibir la formación y los conocimientos necesarios para emprender por sí mismos y desarrollarse de forma autónoma así como desmontar la imagen distorsionada de una Europa idealizada como paraíso de oportunidades.
María José Moreno
Play (Anthony Marciano)
Desde Francia nos llega una de las propuestas más originales, refrescantes y divertidas de este Atlàntida Film Fest 2020. El film de Anthony Marciano, a lo Boyhood, nos lleva a recorrer 25 años en la vida de Max. Antes de tomar una decisión importante, el protagonista decide ver todas sus grabaciones, de manera que toda la película está compuesta de imágenes grabadas, especialmente de la videocámara que recibe a los 13 años.
Desde los títulos de apertura, Play se sumerge en el mundo VHS. Si creciste en los 90, es fácil sentirse identificado con la juventud de Max: la primera Playstation, el primer beso, la primera borrachera, canciones míticas que acompañan en diferentes momentos de la vida… Wonderwall de Oasis tiene su momento especial, al igual que el Mundial que Francia ganó en 1998.
Es destacable el uso de los avances tecnológicos, pues la pantalla pasa de los cuatro tercios a la panorámica o al formato vertical del móvil, sin olvidar la videollamada o el reciente snapchat.
Play es un canto a la juventud y a las experiencias de vida que marcan nuestro futuro. Hay algún que otro momento dramático, pero en general es una comedia con tintes de romanticismo. Solo juega en su contra que en algunas ocasiones debes hacer un salto de fe, al estar grabadas las situaciones más inesperadas, pero igualmente merece mucho la pena para alegrarnos este verano de 2020 y volver a los tiempos despreocupados de nuestra adolescencia.
Silvia Gutiérrez
Psykosia (Mario Grahtø)
El suicidio se constituye como uno de los grandes horrores de la psicología humana. Una decisión premeditada, un asesinato en toda regla. Es aquella vía por la cual más que morir, bloqueamos la experiencia vital para dejar de sufrir y descansar eternamente.
Viktoria, una mujer de muecas frías y enrarecidas, acude a un hospital psiquiátrico para investigar acerca del deseo irrefrenable de la autodestrucción y el suicidio. Ahí conocerá a quien será su doppelgänger, Jenny, una chica sumida en puro neuroticismo que irá infectando poco a poco la psique de su investigadora.
El intento de Marie Grahtø por crear en su ópera prima una atmósfera de realismo psicótico, llama la atención no por resultados positivos, sino por todo lo contrario. Su pretenciosidad raya a veces lo absurdo, su intento poético se queda en puro formalismo y las reflexiones que podrían haber llegado a buen puerto, acaban a la deriva en alta mar. Además, el onirismo de referencias bergmanianas, tales como Persona (1966) o Cara a cara (1976) no hacen más que aportar guiños cinematográficos o aumentar la confusión creando un mero argumento farragoso con pinceladas meditativas.
Lo único que queda y destaca es la ya reconocida Victoria Carmen Sonne que con gran verismo, consigue bordar un papel complicado, de fuertes cambios emocionales, construyendo un personaje completamente fiable y real ayudando así a ese ensayo atmosférico.
Gonzalo Cámara
Salka en tierra de nadie (Xavi Herrero)
Mucho antes de llegar al Norte de África para jugarse la vida en una embarcación precaria, muchos emigrantes comienzan un viaje que añade aún más dificultad a la hazaña de alcanzar el continente europeo. Salka, en tierra de nadie, un documental dirigido por Xavi Herrero, sitúa al espectador en un tren que transporta personas en vagones de mercancía, para vergüenza de quienes miramos desde el otro lado. Sin embargo, como una especie de antídoto contra la inmundicia, el director propone un viaje introspectivo a través de los majestuosos paisajes del desierto y de algunos versos que acompañan a los viajeros, para fortalecer el espíritu en un trayecto que, metafóricamente (y solo en este sentido), es equiparable a cualquier etapa árida y difícil de atravesar en la vida. Este paralelismo entre el viaje espiritual y el físico, hace que el documental adquiera necesariamente un nivel conceptual que acerca el largometraje al videoarte. Característica que lo hará único, gracias a escenarios hostiles e insólitos que propician momentos contemplativos. Aunque, por otro lado, el documental apenas ofrece información sobre lo que estamos viendo, lo que podría frustrar ciertas expectativas en cuanto a conocer más detalles de la propia ruta y las personas que en ella se embarcan.
Laura Carneros
Sister (Svetla Tsotsorkova)
La segunda película de la búlgara Svetla Tsotsorkova se centra de nuevo en la vida rural y en la opresión del ambiente familiar.
Rayna es una adolescente que inventa historias para escapar de la monotonía de su vida. Cada día trabaja junto a su hermana y su madre en el negocio de la alfarería mientras que sueña con escapar de allí. Sus clientes, a los que no escuchamos y vemos distantes en un lejano contraplano, son los principales testigos de unas fantasías sin consecuencias.
La protagonista no será consciente del impacto de sus mentiras hasta que su hermana se vea afectada por una de ellas. Entonces hará todo lo posible por demostrarle la verdad, a pesar de los impedimentos que encuentre en su camino y de que salgan a la luz otros secretos ocultos.
La actriz aparece casi siempre impasible y lejana, por lo que cuesta empatizar con su personaje. Como curiosidad, hay una canción tonta que se repite y será el detonante para que en la última media hora la trama recupere interés y se torne en drama.
El desenlace de Sister, que se basa en la demostración de una mentira, nos deja con la sensación de que todo se podría haber resuelto mucho antes y de forma más fácil. Si lo unimos a la poca credibilidad de algunas escenas, es un lastre para esta película sencilla que plantea temas serios como la pérdida de la inocencia.
Silvia Gutiérrez
Supernova (Bartosz Kruhlik)
Desde Polonia llega a esta edición del Atlántida Film Festival Supernova, primer largometraje de Bartosz Kruhlik y una grata sorpresa perteneciente a ese tipo de cine hecho con pocos medios pero con buenas ideas y muy buen saber hacer. Rodado en una única localización, un accidente de tráfico desencadena el conflicto entre los personajes que poco a poco van acudiendo a la escena del incidente.
Da gusto ver cómo en ocasiones la unidad aristotélica que propugna un único espacio, tiempo y conflicto resulta tan eficaz a la hora de arrojar cada vez más luz sobre los personajes que desfilan por el relato. Sin demasiadas florituras formales y haciendo uso de un montaje sobrio pero efectista, Supernova no solo consigue hacer esto, además logra transmitir tensión durante todo un metraje corto pero intenso. Las emociones de los personajes están a flor de piel y resulta fácil que el espectador se posicione y se sienta identificado con las víctimas de la situación. Quizás en algún punto se abuse ligeramente del drama, pero en conjunto Supernova resulta toda una experiencia que te mantiene pegado al asiento mediante un ritmo in crescendo muy bien llevado y una brillante dirección actoral.
Mario Zafra
System Crasher (Nora Fingscheidt)
La Sra. Bafané derrotada, cae al suelo envuelta en pesadas lágrimas. Mientras Beni, con todo el amor que puede albergar un ser humano intenta aplacar su dolor en vano. Es una niña de 9 años muy problemática, incontrolable, despojada de los tan ansiados cariños de su madre, una mujer incapaz de manejar a ese pequeño torbellino que destruye todo a su paso, teniendo que saltar abruptamente de casa en casa de acogida sin encontrar un hogar, ni un breve receso en el cual descansar de un mundo tan cruel como ella misma.
La directora alemana Nora Fingscheidt, consigue admirablemente hacernos sentir los horrores de la tan dificultosa situación y el sufrimiento infinito que experimentan sus personajes. Y más aún cuando la pequeña y talentosa niña Helena Zengel realiza un trabajo de interpretación soberbio y digno de admiración.
Es innegable que System Crasher es una muy buena obra artística de cine social. Plantea y desarrolla exitosamente una contundente y recta crítica hacia un sistema falto de amor y de compasión, los problemas que ocasiona y las infructuosas medidas que ofrece para solventarlos. Además de ser un excelente análisis emocional y racional acerca del sentimiento de la ira. Ese impulso que algunos nos llega eventualmente, mientras que otros tantos conviven con ella.
Gonzalo Cámara
Thalasso (Guillaume Nicloux)
Cinéfilas y cinéfilos, ¡Michel Houellebecq regresa! Vuelve una de “las vergüenzas de Francia” para deleite de propios y extraños a su figura y retórica en otra de sus maravillosas y absurdas aventuras por los tópicos del siglo XXI. En esta ocasión, la cultura de la salud y el bienestar.
Años después de su secuestro a manos de una familia de lo más disfuncional, Houellebecq se reencuentra con sus secuestradores mientras pasa unos días en un hotel para seguir un tratamiento de talasoterapia.
En esta ocasión, nuestro escritor viene acompañado por otra “vergüenza francesa”, Gerard Depardieu – actor fetiche de Nicloux – para transmutarse en un dúo cómico, decadente y, a ratos, esperpéntico que intenta sobrevivir a la dictadura de lo saludable con tabaco, vino y paté.
Quien disfrutara de su anterior aventura – El secuestro de Michel Houellebecq (2014) –, aplaudirá y se regocijará ante escenas y diálogos donde filosofía, fama, sexo, religión y fantasmas son el motivo para que la química y la complicidad entre estos dos personajes explote y, por qué no decirlo, nos haga reflexionar sobre la futilidad humana… y sobre la bisexualidad de Sylvester Stallone.
Pero, para el resto de los mortales, el filme no será más que una sucesión de situaciones, ora ridículas ora soporíferas, a las que la visión del reloj puede llegar a ser más dinámico que el propio film en un acto que bien podría ser pecata minuta para filmes de una sensibilidad cinéfila muy personal.
Javier Acedo
El próximo miércoles publicaremos nuestra última crónica festivalera del Atlàntida Film Fest 2020. ¿Nos acompañáis en este último tirón? Prometemos dejarnos la piel y finalizar por todo lo alto el festival online que ha sabido darnos tanto en un tiempo en el que nos conformamos con tan poco.
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