El Fancine ha terminado su 31 edición recuperado y en forma. Un año más nos ha ofrecido el mejor cine fantástico y esta vez lo hemos disfrutado desde el patio de butacas, como debe ser.
Tides, del director Tim Fehlbaum, se ha alzado con el Premio Universidad de Málaga al mejor largometraje. Otra de las vencedoras ha sido la británica In the earth, película que reseñamos en este artículo, y que ha conseguido los premios a mejor montaje, mejor actor y mejor actriz. Tanto el público como la prensa han estado de acuerdo en otorgar su galardón a la japonesa Belle, la primera película de animación en formar parte de la sección oficial del Fancine.
En esta crónica comentamos cinco títulos que nos han impactado durante estos últimos días de festival: Censor, Gaia, In the earth, The pink cloud y Veneciafrenia.
Censor (Prano Bailey-Bond, 2021)
Si en una anterior reseña mencioné el regreso de tótems culturales de los setenta y ochenta, el debut de Bailey-Bond es otro ejemplo de esta recuperación de lo retro pop.
En este caso, el cine slasher y su formato favorito, el video casette proveniente de videoclubs, oasis de joyas de casquería fina y producción de serie B, Z y derivados.
Justo este formato es el arranque de una historia donde la culpa es la auténtica esencia del relato, dejándonos experimentar la bajada a los infiernos de una tímida censora de películas que cree ver en una escena de un ultraviolento film elementos comunes de la desaparición de su hermana.
A través de una atmósfera cuidada y opresora que trae a la memoria la cult movie Berberian Sound Studio (Peter Strickland, 2012), Bailey-Bond ofrece una película de logrado magnetismo para el espectador deseoso de seguir adentrándose en los meandros del film pero que, peccata minuta habemus, obtiene a su vez una resolución algo atropellada y confusa.
Javier Acedo
Gaia (Jaco Bouwer, 2021)
Primera ración ecológica para estas reseñas cinematográficas sobre nuestro querido Fancine. Ración bien apetitosa de eco-terror y religión de la mano del sudafricano Jaco Bouwer, debutante en lides cinematográficas tras una nutrida experiencia televisiva que ofrece un filme harto interesante y atractivo a los sentidos gracias a una fotografía excelente que llena los fotogramas de imágenes poderosísimas donde la naturaleza es el dios a adorar y temer a la vez, y a un estudiado y creativo diseño sonoro que plasma en sonidos ciertos pasajes tenebrosos.
Con un ritmo y narrativa que puede incomodar a ciertos espectadores más acostumbrados a recursos más deglutidos y servidos en bandeja, Bouwer sale indemne de las lides autorales y cinéfilas, manejando y controlando que todo el conjunto no se le escape de las manos, siempre ayudado por un elenco de actores a los que sabe guiar entre la oscura naturaleza, bien la frondosa y verdosa del exterior como nuestro conflictivo interior.
Javier Acedo
In the earth (Ben Wheatley, 2021)
Ay, Mr. Wheatley, qué bonitos tiempos aquellos en los que te desatabas y ofrecías enfermizas y bizarras historias para nuestros cerebros hambrientos del lado oscuro de la humanidad. Si, tus historias acababan en un sinsentido visualmente impactante, pero se disfrutaban porque nos cogías del cuello y nos introducías en mundos que, a priori, eran reales, pero siempre había algo que nos hacía inquietar y atraer a la vez.
Pero te llegó la relativa fama, mala amiga para autores dispersos. Llegaron adaptaciones de libros de culto, producciones de auténticos popes del cine de autor norteamericano e incluso un remake de un clásico hitchockiano marca Netflix, siendo éste la prueba de que tocaste fondo para el público del fandom.
Y ahora, llegas con una película bajo el brazo a modo de último grito autoral, pero que solo llega a un “quiero y no puedo” algo decepcionante.
En tu defensa diré que todavía se vislumbra cierta esencia primigenia estilística en determinados parajes de esta historia a caballo entre el eco-terror – segunda dosis del género para esta edición de Fancine – y ciertos pespuntes al folk horror, sobre todo en el último tercio del filme, donde la iconografía psicotrópica y visual marca de la casa aparece.
Pero no son más que fogonazos y chispazos inconexos de un autor – ayudado por un grande del score como Clint Mansell – que se muestra adocenado por la industria y que ha perdido la batalla incluso usando sus armas estilísticas más afiladas.
Javier Acedo
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