Scream regresa a los cines 25 años después de que Ghostface ensartara sus primeras puñaladas. Para los que somos fans de la saga, había muchas expectativas con esta quinta entrega que nos llega 11 años después de Scream 4. Como punto de partida, tiene a su favor reunir al trío protagonista (Sidney Prescott, Gale Weathers y Dewey Riley) — con el morbo añadido de ver actuar a Courteney Cox y David Arquette tras su separación— junto a un nuevo grupo de adolescentes con los que consigue renovar el grito, a la vez que nos desvela algún que otro secreto del pasado.
¿Cuál es tu película de terror favorita? Si Ghostface me lo preguntase, en una de sus inquisidoras llamadas, sin duda tendría que responderle Scream (aunque en mi interior sé que empata con Se lo que hicisteis el último verano). Esta nueva película es un regalo para aquellos adolescentes — o niñas de 10 años en mi caso — que crecimos viendo las pelis de Scream. Una franquicia con la que el director Wes Craven, creador de Pesadilla en Elm Street, deconstruyó el género de terror junto al guionista Kevin Williamson.

Sé lo que hicisteis el último verano, The Faculty, Secuestrando a la Srta. Tingle, incluso la serie Dawson Crece, salen de la escritura de Kevin Williamson, que en esta última entrega participa como co-guionista y productor sin el ya fallecido Wes Craven; al que dedican la película y homenajean con un personaje llamado Wes. En la dirección y el guion están Matt Bettinelli-Olpin y Tyler Gillet, que han sabido transmitir la esencia Scream: mezcla de slayer con misterio sin olvidar los toques de humor. El quid de la cuestión es adivinar al estilo Cluedo quién es el asesino que se esconde tras la máscara.
Esta nueva Scream logra unir a los fans de siempre, diríamos que millenials, con una generación Z que se acerca a estas pelis sabiendo que las anteriores son noventeras y hay quien las mira por encima del hombro. La franquicia regresa dispuesta a reírse de sí misma y del terror de altas esferas que ha reinado los últimos años en la cartelera: Babadook, La bruja, It follows… Un terror más sesudo y con menos sustos gratuitos. No os preocupéis, aquí sigue habiendo lugar para un par de saltos en la butaca.

A lo largo de la película tendremos varios reencuentros con viejas caras conocidas (y no, no me refiero a cómo han envejecido las protagonistas), además de revisitar ciertos escenarios habituales de Woodsboro, la ciudad ficticia donde se desarrollan los asesinatos. En cuanto al reparto, entre las nuevas incorporaciones se encuentran Dylan Minnette (Por 13 razones), Melissa Barrera (Vida), Mason Gooding (Con amor, Víctor), Mikey Madison (Better things), Jack Quaid (The Boys), Jenna Ortega (Insidious: Capítulo 2)… a los más seriéfilos seguro que le suenan las caras de varios de ellos.
La saga Puñalada sigue estando presente en el argumento para hacer referencias metas del cine dentro del cine. Los espectadores más atentos encontrarán guiños por todas partes, desde la calle Elm Street a la referencia del flequillo de Gale Weathers, que fue catastrófico en la tercera entrega. En este aspecto el guion vuelve a ser terriblemente ingenioso y continúa la reinvención de las reglas de las pelis de terror para adolescentes.

El villano Ghostface está bastante activo, diría que chupa más pantalla que nunca. En este sentido nos dan la carnaza que estábamos esperando y hay muertes lo suficientemente sangrientas como para querer apartar la vista.
El resultado de esta recuela, como la sobrina del entendido Randy la denomina, es una continuación a la altura de las dos primeras películas y que habría enorgullecido a Wes Craven. Cumplen la regla de oro: no jodas al original. Para entender todas las tramas y referencias te recomiendo hacer una maratón de Scream antes de verla. Eso sí, que no se te ocurra darle al pause y decir «Enseguida vuelvo».
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